Carlos Piano: de duendes y de noches - Nota Revista Desterradxs


2 de julio de 2015

Nota Revista Desterradxs

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Carlos Piano: de duendes y de noches


Carlos Piano (Foto: Agostina Rosso)


por Marcela Machado


Carlos Piano es un autor, compositor e interprete cordobés. En marzo inició el ciclo de encuentros musicales intimistas “Duendes de Córdoba”. La cita es en barrio Güemes, todos los domingos.

“(…) el fuego desaparece con el leño consumido / el hombre tiene un deber arder mientras esté vivo. / Cada copla es la medida de un camino y el que lo anda / y en su más profunda herida gana altura cuando canta (…)”


Bossa nova y demás


Un otoño que asoma en La Docta. Cada domingo, él lo canta cerca de La Cañada, regresando un poco y convocando duendes.Carlos Piano, su guitarra y ese clima de intimidad a fuerza de arreglos sutiles, de sencillez elocuente, de poesía como un susurro. La música atestiguando su vida, su recorrido geográfico y de pensamiento. Su canción se nutre de lo escuchado, de lo leído, de los personajes con los que se encuentra mientras anda.

Brasil fue su anclaje en años difíciles. “A Brasil me fui en abril del 1976, más precisamente a San Pablo, en donde inmediatamente con otro amigo exiliado Alejandro Álvarez Ruiz hicimos un dúo de folclore argentino y latinoamericano hasta que él viajó a Francia. Me acerqué a la música de Brasil, que ya desde antes me tenía atrapado; sentía una profunda atracción por el lenguaje del bossa nova, la armonía y la melodía, pero es en este momento en que lo hice mío”, recuerda. “De tanto escuchar a los artistas locales, en este intercambio incorporé este lenguaje como propio, como un espacio de expresión. No por buscarla, más bien estaban dadas las condiciones para ser permeable a eso sin dejar de ser yo, pero con elementos nuevos, como el lenguaje y la misma realidad”, explica Carlos.

En 1981 regresa al país y, si bien su repertorio se apoya en autores de Brasil a quienes traduce, aparecen composiciones de su autoría, hecho que se consolidó en 1982 con el nacimiento del dúo formado con Claudia Maté.

“El dúo Piano – Maté significó la posibilidad de aplicar esta fórmula de diálogo que había conocido en Brasil, fue encontrar el complemento en una voz femenina mientras las propias composiciones desplazaban las interpretaciones, las canciones versionadas. Fue una decisión el mostrar repertorio propio sobre todo en lugares masivos como el Festival de La Falda, fórmula que fue rápidamente aceptada por los espectadores”, afirma.


En Córdoba, otra vez

Los años '90 lo encuentran radicado en Córdoba: “Así nomás, veo lo que distingo. Difícil es poder mirar detrás. / Por La Cañada corre agua pesada, envenenada de banalidad. / Desdeño la verdad de los vigías de occidente, / pues, la verdad de todo siempre es más que la verdad de la mitad”. “En medio de la euforia de ideología neoliberal y ese alinearse incondicional con ese modelo globalizado y el creerse parte, surge una desesperanza, es decir, la vida como un proyecto individual: vivo la vida como una corriente incontenible que te lleva a la individualidad, pero algo te dice que hay que resistir aunque se escuche lo contrario. La frase 'no queda otra' te lleva a la desesperanza. 'Todo lo sólido se desvanece en el aire', como dijo Marx”, puntualiza.

Su encuentro con Hernán Jaeggi, al cual describe con palabras de afecto y admiración, lo embarca en un proyecto nuevo, un desafío: convertir poemas de otros en canciones, manteniendo los colores del lenguaje, es decir, apropiarse de esencia poética para transformarla en forma y expresión musical.

“El álbum se llamó 'CarnaLval', canciones resultantes de la musicalización que realicé sobre el libro homónimo de poemas eróticos de Hernán Jaeggi. Eso fue en el año 2010 y lo abordé desde la musicalización a las palabras de otro, pero ya en el 2003 había hecho el trabajo contrario: abordar la música ajena con poesía propia, lo que tuvo como resultado un trabajo con Jenny Nager, 'Minha Cara'. En definitiva, se trataba de lograr una amalgama con la expresión de otro, una comunión creativa”, cuenta.

Desde marzo está de nuevo en La Docta, dándole vida a un ciclo que bautizó “Duendes de Córdoba”, donde cada domingo juega desde la música a un encuentro amoroso con el invitado, un romance cómplice con quien escucha. “Este ciclo no es más que una excusa para el encuentro, con una forma de comunicación que tiene que ver con la antigua costumbre de encontrarse... y esto no envejece”, finaliza.

Destellos de un pasado que quedó aquí lamiendo las paredes para resistira un tiempo que ha pasado y lo dejó pintadoante el hecho consumado: el bar está cerrado Y Trejo es un espejo helado en el que mi reflejo hoy desdibujado camina confiado en ser el que soy.