Carlos Piano: el penúltimo bohemio - Diario La Voz, de Córdoba

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14/01/2016  15:34

Carlos Piano: el penúltimo bohemio


Carlos Piano recuerda sus comienzos en la música, sus travesías de juventud por Brasil, sus alianzas con artistas como Titi Rivarola y Ariel Borda, y la forma en que decidió vivir de lo que más amaba. “Hacer canciones es un riesgo y también un abismo”, asegura.


 (Foto: Virginia Barbagallo)


Por David Voloj 


Cae la tarde en un bar de Boulevard San Juan y Belgrano. Carlos Piano enciende el pucho que tuvo en la mano durante gran parte de la charla, da una bocanada, arquea una ceja y piensa. En un par de horas ha repasado más de 40 años de historia personal, una historia de militancia y exilio, de viajes, búsquedas y encuentros. Ha recordado escenarios, citas con músicos, poetas y artistas, noches de recitales y conciertos y, en definitiva, una larga carrera que aún lo encuentra enlazando la música con la palabra. 

Casi es de noche y el flaco podría ir a tocar por ahí para hacer unos mangos. Pero también podría juntarse a comer y charlar con amigos. Aún no ha decidido qué hacer pero, cuando lo haga, se brindará por completo: se ha acostumbrado a vivir así, intensamente, y libre. “Soy un privilegiado”, dice y se sonríe. “Siempre viví de hacer lo que me gusta, y eso a veces puede ser muy difícil. Ahora tengo 60 años y, la verdad, tan mal no me fue. Así que no puedo estar menos que agradecido con la vida”. 


Clima de época 

“En la secundaria milité durante un tiempo dentro de una agrupación trotskista, de izquierda. Después empecé a estudiar Historia en la facultad, y ahí me sume a la juventud del PRT. Con el tiempo me alejé un poco de las reuniones, aunque no de las ideas. Pero acá en Córdoba y en el país la cosa se estaba poniendo muy jodida. En un momento me detuvieron, así que me tuve que ir”. 

El punto de partida para el relato de Carlos Piano tiene el sello de los años 70 y, por eso, al hablar menciona a otros artistas cordobeses, como los integrantes del grupo teatral La Chispa y la cantante Liliana Felipe, que por aquellos años vivieron una experiencia similar. Claro que en su caso particular el exilio operó como una bisagra que le abriría una nueva perspectiva de vida. “Hasta ese momento, a mí me gustaba tocar la guitarra, nada más. Pero cuando llegué a San Pablo tenía que comer, así que con un amigo armamos un grupo y nos largamos a tocar en bares”. 

Su gusto por el folclore latinoamericano en boga le permitió anclar en la escena paulista. Tras la muy buena recepción, al repertorio se le fueron incorporando ritmos de bossa que, como intérprete, lo llevaron a recorrer bares y teatros de gran parte de Brasil, e incluso programas de televisión. 

De este período datan sus primeras composiciones musicales, algo que desarrollaría al regresar al país, en 1981, junto con versiones propias del cancionero popular brasileño. “Ya ahí tenía algunas canciones, es decir, me gustaba escribir. Ahora, el ejercicio de la traducción fue todo un desafío ya que eso supone apropiarte de las palabras y, a veces usar otras para mantener una rima o un sonido. Entonces entendí que lo importante era conservar la esencia de la canción”. 

Poco antes de la vuelta de la democracia, Carlos Piano estaba de regreso en Córdoba. Se respiraba un aire menos denso, sí, pero algo había cambiado. La Universidad ya no era una opción. 





Decidido a vivir de la música, el flaco Piano armó un dúo con la cantante Claudia Maté, con quien realizó presentaciones en los míticos recitales de rock que se realizaban en La Falda y otras localidades serranas. Por esta vía, sumado al recorrido constante por todo lugar que les abriera las puertas del escenario, llegó a tocar en festivales importantes, frente a más de 10 mil personas. 

Desde entonces, compartió escenario con otros músicos locales, como Titi Rivarola, César Isella y los jóvenes de la denominada Trova Rosarina. “Había un clima de época, una movida muy grande en todos lados”, cuenta. “Hacer a obtener respuestas muy buenas. Subíamos a cantar dos temas, por ejemplo, y la gente aplaudía, pedía más, y terminábamos tocando cinco, seis”. 

Más adelante se juntó con el cantautor Ariel Borda para darle forma a un trabajo conjunto. De un juego de palabras salió “El Piano por la Borda”, espectáculo que hicieron por primera vez en 1985 y se repetiría con el correr de los años. “Es algo improvisado, libre, que nos permite volver a hacerlo cuando tenemos ganas. La última vez fue el año pasado, en Garabombo. Nos entendemos, así que cada uno se sienta con su guitarra y nunca sale lo mismo”. 

Desde entonces, Carlos Piano ha peregrinado por bares, centros culturales y escenarios diversos, tanto de Córdoba como de Buenos Aires o países limítrofes. A veces se presentó solo, a veces acompañado, pero siempre con la convicción de que la única forma de encarar la vida sería a través de su guitarra y su voz, esa voz gruesa que frente al público se carga de dulzura y melodía. “Hacer canciones, como ocurre con cualquier obra de arte, es un riesgo y también un abismo. Vos te tirás con todo, y aunque no entendés bien por qué, empeñás la vida en eso. Y es algo totalmente inútil, porque toda forma de arte es totalmente inútil. Pero vos te zambullís, te la jugás más allá de lo económico, de lo seguro, ¿entendés?”. 





Peregrino de bares 

“Caminito a la loma / cuando asoma el sol de enero / y los grillos te cantan / cuanto te quiero, / se achica la distancia / del suelo al cielo / le agradezco a la vida / por el lugar donde vivo, / porque vos estás aquí / para vivirlo conmigo”. La estrofa pertenece a la canción Sendero y bien puede dar cuenta del universo poético de Carlos Piano. Porque sus canciones apelan a la sencillez de las palabras y hablan del amor, la ciudad, las sierras, la amistad, el paso del tiempo. 

Otra de sus canciones, Babilonia, recrea su particular visión de la identidad de Córdoba: “Haciendo loza para arriba nos hacemos bien de abajo / a la luz del trabajo que nos toca en medio de la oscuridad. / Trajeron patos, se fueron los duendes, pero los puentes todavía están / y quedarán para quien los encuentre, indiferentes a quien viene y va”. 

En las letras se percibe una sensibilidad sutil que se abre a metáforas que parten de imágenes cotidianas, en ocasiones teñidas de nostalgia. Claro que los acordes de bossa, presentes en casi todas sus composiciones –así como cierto aire de tango–, operan como complemento indisociable para el clima total. 

Con sus temas ha seducido tanto al público como a otros artistas que han grabado sus canciones, como Juan Iñaki, Jenny Nager, Paola Bernal y Titi Rivarola. Y aunque ha editado algunos discos propios (entre los que se destacan Noticias de barrio, de 1992, y Carnalval, de 2012), para Piano lo importante no está en los réditos económicos que pueda generar una obra, como tampoco en la publicidad o la promoción. “Puede que haya algunas cosas de las que uno ya esté contaminado, como ese asco a la guita. Eso es lo que queda de aquellos años de militancia, esas ideas que no cambian”. 

Asco a la guita, búsqueda de comunión: así se explica el afecto y la admiración de quienes conocen al flaco Piano, y quizás también sea esto lo que le permite seguir vigente, disfrutando de la bohemia, y desafiando el paso del tiempo. “Creo que el contacto con el otro, ahí en el escenario, es un lenguaje tan antiguo que no envejece. Hace 2.500 años, un tipo hacía sus poemas con una lira, la música acompañando la palabra, y a través de los siglos va evolucionando hasta llegar más o menos al formato que tiene hoy. Es algo muy cercano, una canción es un universo de dos minutos y medio, tres, que te desata un montón de cuestiones emocionales, vivenciales, que no podés prever”. 


Perfil. Carlos Piano nació en La Falda, en 1955. Es cantautor e intérprete. Su estilo fusiona ritmos folclóricos latinoamericanos con acordes de música popular brasileña, tango y rock. Ha grabado los discos Noticias del barrio San Vicente (Córdoba, 1992) y En vivo en el Salón Dorado (Buenos Aires, 2001), entre otros. Carnalval (Córdoba, 2012), su última obra, es fruto de un proyecto conceptual con el músico Pablo Esteban Puch y sobre la base de poemas de Hernán Jaeggi. En su carrera ha grabado con artistas como Ica Novo y Cesar Isella. Además, ha publicado poemas en Argentina y España. Algunas canciones se pueden escuchar en su sitio.